MODERNIDAD, MUERTE DE DIOS Y UTOPÍA

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  • 9 de abril de 2009
  • George
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  • El concepto de hombre moderno se encuentra relacionado casi obligatoriamente con su secularidad, con la aprobación de un pensamiento subjetivo pero carente de un centro u objeto religioso.


    Este concepto ha evolucionado a través de la historia en cuatro diferentes etapas; la primera -ubicada en tiempos medievales- calificaba al hombre moderno como aquel personaje sin pasado opuesto al hombre antiquus, aquel que heredaba una historia familiar, tradicional única. Podríamos pensar que esto se debió a la falta de importancia que se le daba en aquella época al significado de la vida enmarcada en un tiempo venidero. Luego en épocas del Renacimiento empieza su rompimiento con el mundo cristiano evidenciándose en la forma en que emulaban la vida de los personajes griegos y romanos, aquellos modernos empezaron a desafiar a la autoridad pero sin que sus ataques lleguen a los círculos religiosos. En su tercera etapa se evidencia una separación infranqueable entre lo moderno y lo religioso, centrándose en que existen dos tipos de belleza totalmente autónomos que son el pagano y el cristiano, revolucionando así como nunca antes la historia estética. Su cuarta fase es definitiva al encontrarse en los mediados del siglo XIX. Aquí la presencia del individualismo moral hace a los pensadores de la época afirmar que Dios ha muerto (La Gaya ciencia, F. Nietzsche). Es en este instante que prácticamente se imposibilita entender el pensamiento de los autores modernos dentro del pensamiento cristiano -exceptuando a filósofos como Sören Kierkegaard, Karl Jaspers o Gabriel Marcel-


    A medida que ha avanzado en la historia el concepto de moderno, avanzó a la par una devaluación del pasado y el creciente interés por el futuro, ubicando así a la utopía -para algunos- dentro de un concepto pseudo religioso y supuestamente apropiándola del legado post mortem de Dios, pero es Junger Habermas quien afirma: “Dios ha muerto, pero su puesto le ha sobrevivido”. Perpetuando así al pensamiento religioso e incluyéndolo dentro al concepto ateo como una relación directa entre los dos.


    Con esto podemos decir que hoy se observa que el artista moderno se desvincula de forma evidente de toda atadura histórica y sueña con el encuentro de una nueva tradición vinculada automáticamente con el futuro, pero todo artista moderno debe estar consciente de la ambigüedad de su postura al conocer que sus logros obligatoriamente alargarán la historia que pretende negar.

    1 comentarios:

    1. Anónimo dijo...
    2. buea men esa es la manera de aportar la nformación escacea